«El viaje del héroe» es una poderosa herramienta que podemos encontrar en literatura de autoayuda, pero que también puede utilizarse para reflexionar o para el autoconocimiento
De entrada, admitiré un prejuicio: me dan pereza los libros de autoayuda. Sé que la generalización es injusta, como todas, pero qué queréis, no todo puede gustarnos a todos, y además me ocurre –culpa mía, seguro– que detrás de todo libro de autoayuda acostumbro a ver la sombra de un vendedor de crecepelo. Pese a ello, he de admitir al mismo tiempo que hay unos libros de autoayuda en particular que me subyugan: los que utilizan, desde el ensayo o desde la ficción, el famoso Viaje del Héroe pautado por Joseph Campbell y popularizado por Hollywood para legitimar su moraleja. Os sonarán, seguro, porque hablan siempre de nuestro héroe interior, del camino interno, del cambio necesario, de los obstáculos a vencer, de nuestras zonas de sombra y del tesoro enterrado en el jardín. Y si me subyugan, hablando de meterse en jardines, es, ay, porque a pesar de los pesares creo que tienen algo de verdad.
Basta con googlear ‘autoayuda’ y ‘viaje del héroe’ para que aparezcan los más obvios: El viaje del héroe. Mitología, storytelling y transformación personal, uno reciente; El viaje del héroe. Un camino de autodescubrimiento, más clásico; El viaje del héroe. Sabiduría ancestral para el tiempo actual, con ripio incluido; o, ya rizando el rizo, Chakras. El viaje del héroe. No me digáis que no tienen su qué: ¿y si de verdad hubiera una fórmula para conducirnos en la vida y convertirnos en elegidos? ¿Y si encima fuera una fórmula más o menos friki? Ah, qué tentación. Y qué chorreo de ventas, la mayoría, porque los hay mejores y peores, pero suelen vender por encima de sus posibilidades, aunque no es este un texto de crítica y no entraremos demasiado en ello (y que conste que me parece muy legítimo ganar dinero con los libros; es solo que ya puestos prefiero que se haga escribiéndolos bien).

Después están los llamados libros inspiracionales, la narrativa de la autoayuda. Los conocéis también: me compras esta fabulita y te cuento cómo ser un alquimista, cuál es el auténtico ‘secreto’, de qué va el cuento de la vida, cómo quitarte la armadura oxidada, dónde está tu brújula perdida o incluso quién te ha robado tu queso (spoiler: los de siempre, pero te sentirás culpable tú). No niego que algunos puedan ayudar a ciertos lectores, y me parece perfecto que existan y que tengan también sus chorreos de ventas. Siempre que admitamos, claro, que la mayoría son a Joseph Campbell lo que Romeo y Julieta al suicidio de adolescentes: una excusa que tanto puede ser usada para vender motos como para hacer lo que Neil Gaiman llama ‘buen arte’, que es en el fondo a lo que espero que aspiréis si andáis por aquí.
Y con todo esto nos acercamos al ‘quid’ de la cuestión: al estar basado en mitos y arquetipos consustanciales al ser humano, el Viaje del Héroe puede ser una poderosa herramienta narrativa, y también para la reflexión e incluso el autoconocimiento. El mismo Christopher Vogler, el divulgador de Campbell que popularizó para las masas el concepto y las etapas del Viaje del Héroe, apunta a ello y a los motivos en su bestseller El viaje del escritor. Pero Vogler ya es el sucedáneo de Campbell, al que todo el mundo cita sin apenas haber leído. Y muchos libros de autoayuda e inspiracionales no hacen más que aplicar copias desgastadas de su plantilla, convirtiéndose así en sucedáneos del sucedáneo del sucedáneo de Campbell, que fue un sabio y un gran divulgador, pero que ha sido menos leído que Vogler y que en parte era también un sucedáneo de las fuentes originales que todo el mundo puede hallar adentrándose en la mitología.
Hablo un poco de ello en mi curso de Phantastica ‘Más allá del viaje del héroe’, podéis echarle un vistazo. E incurro en parte en lo que critico, porque prometo y concedo al final de las sesiones un ‘tesoro’ que, aunque metanarrativo y de momento bastante celebrado por los alumnos, no deja de ser una aplicación práctica del Viaje, por mucho que sea adaptada a la creación literaria. Me diréis, entonces, que a qué viene este artículo. Pues muy sencillo: a que me gustan más quienes buscan la verdad que quienes la encuentran, a que menos de cinco contradicciones es dogmatismo y, en fin, a que una cosa es animar a leer y a escribir de la mejor manera posible y otra muy distinta hacer crecimiento personal por AliExpress. Al fin y al cabo, Cambpell merece un respeto, y ser estudiado con detalle. Como me dijo una vez el gran Ken Liu cuando le pregunté si hacía falta saber de mitología para entender bien su último libro: “Lo que hace falta –subrayó– es saber de mitología… para entender la vida”.