Cristina Jurado nos cuenta la importancia del poder que nos une y su importancia en la literatura: la imaginación. Una herramienta que nos permite estimular el pensamiento crítico y la empatía.

Decía Carl Sagan que la imaginación nos transporta con frecuencia a mundos que nunca existieron pero que, sin ella, no podríamos ir a ningún sitio. Es un ingenio poderoso que desafía las leyes de la física, nos nutre de ideas, despierta nuestra curiosidad y nos interpela constantemente. Está presente en todas las culturas, etnias e idiomas, en personas de cualquier identidad y condición sexuales, porque recorre los caminos de todos los pueblos. Al romper muchas veces los límites de lo que parece lógico y habitual, no solo es capaz de plantar las semillas del cambio y del progreso, sino que guía la investigación de nuevas teorías, y ha aportado comodidad y esperanza a mucha gente. Después de todo, la imaginación ha sido compañera fiel de la humanidad en cada periodo histórico.
Crecí imaginando que exploraba otros planetas de la mano de series de televisión como Mazinger Z (que era animación japonesa) o Espacio 1999 (una serie norteamericana). Supongo que lo que quería, en realidad, era evadirme de la que yo creía que era una realidad gris, monótona y conservadora, y me parecía natural buscar esa evasión en escenarios lejanos de producciones extranjeras.
En el colegio se consideraba que mi imaginación sobre-desarrollada era una fuerza disruptiva y muchas veces tuve problemas por soñar despierta: mis deberes estaban llenos de referencias que no habíamos tratado en clase y que las profesoras reprobaban con vehemencia, y mis compañeras nunca mostraron demasiado interés en mis historias. Sin embargo, yo contemplaba mi imaginación como una aliada que me permitía sobrellevar las dificultades y la soledad.
A través de las historias de autores y autoras tanto nacionales como extranjeros, conseguí llegar mucho más lejos de lo que jamás hubiera pensado, más allá de mi vecindario, exponiéndome a ideas de personas procedentes de diferentes rincones del planeta y con experiencias vitales diversas. Todo ello me sirvió para trabajar en el mundo de la comunicación, primero, y fue esencial luego en mi carrera como escritora y editora.
Allí donde la vida me ha llevado que, de momento, han sido tres continentes y cuatro países, nunca cesé de descubrir manifestaciones de lo imaginado. Porque, al final, la imaginación es una herramienta que nos une y nos permite mostrar cuan universal, provocativa y original puede ser la humanidad. De Chile a Botsuana, de Japón a Escocia, de la India a Trinidad y Tobago, he tenido el privilegio de descubrir las maneras en las que esculpe narrativas, de acuerdo con cada tradición literaria y tomando prestados detalles de otras muchas veces.
Probablemente esa familiaridad con las literaturas extranjeras es lo que me animó desde que el comienzo de mi carrera a escribir en inglés, primero, y luego a buscar lugares en los que publicar las historias que generaba en esa lengua. Habrá quienes piensen que mi voluntad por intentar abrirme camino en otros mercados sea fruto de la experimentación pero yo lo veo como una consecuencia natural de mi trayectoria viajera. En realidad, solo «tecleo» en español cuando escribo y me comunico a través de las redes sociales, mientras que empleo el inglés de forma habitual en mi vida cotidiana.
He aprendido que el poder de la imaginación en la literatura, sea en el idioma que sea, es necesario ahora quizás más que nunca: no solo ayuda a circunvalar la censura, estimulando el pensamiento critico y la necesaria evolución de las ideas, sino que estimula la empatía. Y todo ello, después de todo, es lo que yo creo que nos define como seres humanos.
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Curso sobre cómo publicar en el mercado anglosajón de Cristina Jurado