En una historia los personajes van de un punto a otro, pero no solo en el espacio y el tiempo, sino también en su propio viaje personal
Durante todos estos años realizando talleres y cursos de creación literaria, me he encontrado con un escenario recurrente en muchos de mis alumnos. La mayoría de aquellos que se habían lanzado a la aventura de escribir una novela comentaba con frustración: no consigo acabar las cosas que empiezo; o bien: avanzo en mi novela, pero llega un momento en que me pierdo y no sé cómo seguir adelante.
También, por otra parte, están aquellos que sí consiguen acabar lo que comenzaron, pero que el resultado no convence y la novela resulta fallida, está desequilibrada, falta de tensión o, directamente, es aburrida. Con toda la frustración que ello conlleva, pues escribir una novela es uno de los ejercicios más exigentes y extenuantes que existe. Hay que reducir al máximo las probabilidades de caer en la frustración y por eso siempre recomiendo un buen trabajo previo, que nos ofrezca una base sólida sobre la que levantar nuestra novela, especialmente en lo que se refiere a la estructura. Y en este caso, los personajes y su desarrollo nos pueden servir de mucha ayuda.
¿Por qué nos pueden servir los personajes a la hora de estructurar una novela? Porque su desarrollo y camino en nuestra historia nos ofrecen una serie de puntos que, al unirlos con una línea, nos puede servir de guía para trazar una estructura básica sobre la que construir una trama.

En una historia los personajes van de un punto a otro, pero no solo en el espacio y el tiempo, sino también en su propio viaje personal. Ese viaje se llama arco narrativo. El personaje, durante el viaje, además de enfrentarse a dificultades y retos que puede superar o no, se transformará. Esa transformación se refleja en la estructura y, de alguna manera, determina los puntos clave de la misma, ya que muchas veces tras el desencadenante y los puntos de giro que incluyamos en nuestra historia se producirá un cambio en el personaje, lo que a su vez abrirá nuevas puertas y provocará escenas relacionadas con el conflicto principal del mismo personaje, los conflictos secundarios y su desarrollo interno.
El arco dramático del personaje (o arco de transformación) es la curva que dibuja la evolución experimentada por el personaje a lo largo de la obra. Cuando el personaje entra en la historia, lo hace con una serie de características y valores determinados. También tiene un entorno o contexto concreto. A medida que la historia se desarrolla, el personaje va viviendo los acontecimientos. Esto hace que pierda algunos de esos valores que tenía al inicio o que adopte otras características nuevas con las que antes no contaba.
Además, sus circunstancias, su contexto, también puede ir cambiando. En otras palabras, el personaje se transforma como consecuencia de las experiencias que vive en la historia. Así, por ejemplo, el personaje inicia la aventura en un “estado A” (unas características, cirunstancias, etc.) y, tras afrontar uno o varios de los hechos de su historia, evoluciona hacia un “estado B” donde algo de lo anterior (o todo) ha cambiado.
La transformación puede ser interior o exterior. Una transformación interior implica el cambio del personaje a nivel moral, ideológico, etc. Por ejemplo, al inicio de la obra el personaje puede ser alguien idealista, comprometido con la sociedad y que lucha por el bien de su comunidad. En algún punto de la historia, o como consecuencia de todo lo que le va sucediendo, este personaje puede transformarse en un ser corrupto, que sólo mira por el beneficio propio en detrimento del bien común.
Por otra parte, la transformación exterior implica cambios en las circunstancias y situación del personaje que no repercuten en sus valores o carácter. Así, si tomamos el ejemplo anterior, ese personaje se mantendría igual de idealista y comprometido de inicio a fin de la obra. Sin embargo, habría cambiado mucho el contexto que le rodea como, por ejemplo, su pareja (que puede haber sufrido la transformación descrita en el punto anterior), sus amigos y compañeros, el entorno social y de trabajo, etc.
Los arcos dramáticos pueden tomar diferentes formas. Un arco puede ser plano y en él el personaje apenas evoluciona a lo largo de la obra. Cosa que encontramos en las novelas de detectives como Sherlock Holmes o Poirot.
Pueden ser arcos moderados en los que el cambio que experimenta el personaje es muy leve. En cierto modo es un “refuerzo” a los rasgos que el personaje ya poseía al inicio de la historia. Muy comunes en las novelas de aventuras.
O arcos radicales o traumáticos en los que los personajes que sufren una transformación profunda. En este caso, el personaje parte con un conjunto de características psicológicas determinadas y los hechos a los que debe hacer frente hacen que cambie su carácter.
Y por último, arcos circulares en los que el personaje cambia de un extremo a otro mientras vive los acontecimientos para después regresar al punto de incio.
Tomemos como ejemplo el viaje del héroe en ocho pasos (recordad que tenéis un curso al respecto de Ricard Ruiz Garzón) para definir y condicionar la estructura de nuestra historia. El viaje del héroe es como se denomina a las diferentes etapas que conforman el periplo de un personaje principal en cualquier historia. Al principio, nuestro personaje se encuentra en su zona de confort. Acto seguido, aparece una necesidad que llamaremos disparador. Se ve obligado a partir. Inicia una búsqueda. Y tras diferentes episodios, encuentra el objeto de su búsqueda. Sin embargo, debe pagar por ello. Emprende el regreso al hogar. Pero ha sufrido una metamorfosis. Ha cambiado.
Con esto tendríamos el embrión de una estructura narrativa sobre la que comenzar a definir la de nuestra novela. Yo os animo a probarlo y, de la misma forma, intentar esbozar la estructura de vuestro relato a partir de los arcos dramáticos, las fases del duelo o cualquier otro proceso psicológico que, mediante el desarrollo de personajes, sirva para dar los primeros pasos en esa estructura que servirá de primera escaleta y guía para seguir adelante.

¿Cuáles son los fundamentos teóricos y prácticos que nos permiten construir la estructura de una novela?
En este curso, Guillem López, nos explica los fundamentos teóricos y prácticos que nos permitirán construir la estructura de una novela. En él, analiza todos los aspectos que influyen en la estructura de una novela y nos proporciona herramientas prácticas para construirla.
Guillem López nos cuenta qué tipos de estructuras existen, pero también qué aspectos narrativos influyen en ellas. Todo ello lo hace con el objetivo de que encontremos nuestro propio método de trabajo y de evitar los problemas con los que suelen encontrarse los escritores nóveles: acabar los proyectos, no perder el foco y enganchar al lector.
Para López la estructura narrativa funciona como los cimientos de un edificio. Sobre ellos se construye siempre «hacia arriba», incrementando la tensión narrativa y sin aburrir al lector. Guillem López nos contará, de forma muy práctica, el método que ha desarrollado y que, después, el alumno puede adaptar a su propio estilo de escritura.
Te recomendamos complementar este curso con el de Ricard Ruiz Garzón, Más allá del viaje del héroe.