Al preparar un curso de corrección de textos como este, orientado sobre todo a autores, me pareció oportuno ir más allá de las correcciones que forman parte del proceso editorial propiamente dicho. La revisión del original comienza antes de la firma del contrato, y no termina con el visto bueno de las compaginadas. En esta entrada veremos qué puede hacer la corrección de textos por ti. Hablaremos de cuatro tipos de material: la carta de presentación, el informe de lectura, las lecturas de contenido y sensibilidad, y los paratextos.
La carta de presentación
Las primeras impresiones son muy importantes. Aunque tu manuscrito sea estupendo, si envías una carta de presentación descuidada y repleta de faltas, desestructurada y con un resumen mal enfocado de trama, vas a predisponer de manera negativa a las editoriales. Ten en cuenta que se les acumulan los manuscritos en la pila de lectura (como os contó Vicky Hidalgo en su masterclass sobre el mercado editorial de género) y que, hasta que abran el tuyo, el único indicio fiable sobre tu estilo y tu obra es la carta de presentación.
Deberías incluir textos de muestra, que pueden ser el primer capítulo, o tal vez algún pasaje que consideres relevante o significativo. Elígelos con criterio y sentido común.
Y, ante todo, corrige la carta y los textos. Actúa en los tres niveles de intervención de los que hablamos en el curso: superficial (limpiar el texto, sobre todo en lo relativo a puntuación), medio (prestar atención a la expresividad y la estructura, la gramática y el orden de las frases) y profundo (sintetizar el texto, hacerlo comprensible y unificar estilos).
En resumen, sé muy cuidadoso con los textos de muestra y la carta de presentación. La primera criba depende de ello.
El informe de lectura
Esta fase del proceso editorial no depende de ti. Los informes se encargan a profesionales, que pueden trabajar en nómina o ser colaboradores externos. En ambos casos, determinan si el manuscrito es publicable o, para ser más exactos, si encaja en el catálogo de la editorial o de la agencia literaria.
Existen varios tipos de informes.
Los informes genéricos, de apenas un par de páginas, son una criba cuyo objetivo es quedarse con apenas un puñado de títulos. Se centran en cuestiones genéricas como argumento, fortalezas, debilidades y, por supuesto, si merece la pena publicar el manuscrito. Suelen hablar de la corrección estilística y ortotipográfica, si la consideran relevante.
El tipo de informe que nos interesa es el segundo, que puede extenderse hasta las diez o quince páginas. Analiza con mayor detalle las cuestiones de estilo y ortotipografía, así como estructurales. Podrías encontrarte con que son receptivos con tu texto, siempre y cuando pulas en mayor o menor medida el estilo o la ortotipografía.
Un tercer tipo de informes, mucho más especializado, se refiere a temas concretos, como la vigencia de una traducción o la conveniencia de adaptar el texto a un registro, un idiolecto, un geolecto, un sociolecto o un cronolecto en particular. El elemento lingüístico es fundamental.
Si te interesa el tema, tienes una masterclass de Sergi Viciana sobre la figura del lector en la que habla sobre los informes de lectura.
Lecturas de contenido y de sensibilidad
A veces te encontrarás con que la editorial no duda sobre las formas, sino sobre el fondo, en particular cuando la temática no tiene que ver con tu realidad y tus vivencias. El manuscrito podría incluir inexactitudes conceptuales (y en tal caso se encarga una revisión de contenido) o ser claramente ofensivo (y entonces lo que procede es una lectura de sensibilidad). Se trata de una actuación en profundidad, y podría determinar si el texto se publica o no.

Paratextos
Finalizamos con otra corrección que, al igual que la primera, forma parte del proceso editorial propiamente dicho. Los paratextos son los textos de solapa, contracubierta y promocionales. En muchas ocasiones se «toman prestados» de los informes de lectura, pero también pueden proceder del prólogo, o consistir en citas textuales. Asegúrate de que las citas se correspondan exactamente con la versión definitiva del texto. Por favor, compruébalas todas las veces que haga falta, ya que son lo primero que va a llegar a distribuidoras, librerías, informes de prensa y lectores y, como sucede con la carta de presentación, la primera impresión es importante. ¿De qué sirve que el libro esté muy bien corregido si la contra tiene una ortografía desastrosa, no unifica criterios tipográficos o incluye citas literales que no coinciden con el texto que aparece en las tripas?
Son solo cuatro ejemplos, pero nos permiten intuir que la corrección es mucho más que una fase del proceso de edición de la obra y afecta al conjunto, desde el momento de la escritura hasta el de la llegada al consumidor final. Todo lo dicho es aplicable, con sus peculiaridades, a edición electrónica o autoedición. Si crees que tienes algo que aportar en estos aspectos, plantéatelo como una posible salida profesional: hay autores, editoriales y agencias que podrían necesitar tu experiencia. Y, por supuesto, como autor particular puedes encargar informes, correcciones o lecturas de sensibilidad: todo ello redundará en beneficio de tu manuscrito y tal vez aporte ese puntito de excelencia capaz de convencer a la editorial.
De todos modos, quienes trabajamos en el sector editorial somos conscientes de la existencia de nuestra ley de Murphy particular: la errata imperdonable, la omisión delirante o el anacoluto inesperado siempre están en la primera página por la que abres el libro cuando este te acaba de llegar de imprenta. No falla.
(Aquí puedes ver el curso de Corrección para autores de Juanma Santiago).